Historia

Historia

El municipio de Santa Marta del Cerro, forma parte del  partido judicial de Sepúlveda, situado en el oriente de la provincia de Segovia (Comunidad Autónoma de Castilla y León), próximo a la frontera con la Comunidad de Madrid.

Es un pequeño pueblo que cuenta en la actualidad con una población total de unos 60 habitantes. No obstante, durante los meses de verano y como consecuencia, principalmente, del crecimiento del turismo rural la población suele aumentar.

El territorio que ocupa supera los 14 kilómetros cuadrados de superficie. Se halla enclavado el pueblo en un singular paisaje, a una altitud superior a los 1.000 metros sobre el nivel del mar, por lo que los meses de invierno suelen presentar temperaturas bajas y algunas nieves.

Ya se tiene noticia de esta villa a inicios del siglo XIII en los textos de la época, por lo que su fundación es probablemente anterior.

Monumentos y lugares de interés

Además de los platos típicos de la zona, sus vinos y el carácter de sus gentes, los visitantes podrán visitar y disfrutar de los siguientes lugares:

• Iglesia de Santa María, bello templo que data de los siglos XII y XIII construido según el estilo románico imperante en la época. En su interior se conservan valiosos objetos, como el hostiario de plata realizado durante el siglo XVI.

• Ermita de San Cristóbal.

• Ruta hasta el paraje natural de Monte de Cabrerizos o el río Casilla, donde gozar de la tranquilidad y de la naturaleza.

Fiestas y tradiciones

• Las fiestas que honran a San Sebastián se celebran durante el 20 de enero.

• La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús se celebra en Santa Marta del Cerro cada 24 de agosto.

Durante el 14 de septiembre tiene lugar la celebración de la fiesta en honor a la Virgen de Arahuetes.

La iglesia de Santa Marta de una sola nave, cabecera compuesta por tramo recto y semicircular es de estructura románica, aunque, queda oculta por múltiples elementos como la torre, la sacristía y un gran pórtico.

Los artífices que trabajaron en Perorrubio parece que también trabajaron en Santa Marta del Cerro. Es posible que se repita una  dinámica de taller de cabeza, donde desde él se disgregaran pequeños equipos de trabajo para realizar las otras iglesias más sencillas del alfoz y, el "maestro de obra" realizara una pequeña labor de ejecución a fin de proporcionar a los ejecutores de la construcción unas normas indispensables para la realización de la iglesia.

Los canecillos del ábside sorprenden por ser una escultura poco elaborada y de ingenuas y realistas realizaciones; pero que por lo mismo cautivan por la originalidad de reflejar un arte popular local. En múltiples canecillos aparecen representaciones de clérigos como exponente de la sociedad eclesiástica coetánea, sobre todo la figura del obispo con el báculo es un motivo que se repite en casi todas las iglesias, pero sin embargo, en uno del ábside de Santa Marta del Cerro, el artífice ha preferido la visión usual de la figura del párroco con cruz procesional como símbolo específico de su función sacerdotal, es decir, "su párroco" como visión real  que el artista estaba acostumbrado a ver.

También retrata de esta misma manera a tipos característicos de la sociedad como el hombre músico, la mujer cargando una hogaza de pan o un hombre cargando un tonel. Es decir, responden casi todos de una manera precisa a las necesidades de la vida cotidiana. Completa este retrato de la sociedad con la tentación de la pareja desnuda y obscena que corrobora su posible culpa a través del vientre abultado de la mujer. Asimismo, la serpiente también corrobora de forma sencilla el pecado original que cometieron nuestros primeros padres y, que también nos habla de la tentación de la carne, tema también de los más representados dentro del programa de la labor didáctica que fue el románico.

En cuanto a la fauna o repertorio animal el artífice de Santa Marta del Cerro se centra preferentemente en especies de tipo local como aves que picotean lombrices o pequeñas serpientes, cerdos, ovejas, caballos, etc.

Los caracteres escultóricos de estas figuras se encuadran en una factura elemental y popular y asimismo poco elaborada. Además, el artífice utilizó aquí una técnica que da a los personajes un rasgo peculiar al perforar con trépano las niñas de los ojos y  ponerlas en exceso muy juntas, con lo cual los hombres y mujeres así representados dan sensación de extraña fijeza.  También,  ha vestido a sus personajes con ciertas túnicas amplias y cortas que le  acortan la figura dando sensación de achaparrados hombrecillos.

 

Rosario Santamaría

Doctora en Historia del Arte.